No hace mucho tiempo observé como de rutinaria puede ser la vida. Siempre he utilizado «bambas» (deportivas) de colores claros, entrando en la rutina de no usar otros colores, por ende calcetines del mismo color, blancos.
Pues bien, la última compra que hice, fueron unas zapatillas negras y naranjas, me aventuré a realizar un cambio en mi vida, no solo por los colores, sino por la compra on-line, sin pensar en las consecuencias. Al recibir la caja en casa se me vino el peso de la rutina encima. No tenía calcetines deportivos color negro o naranja, todos eran blancos de numerosas formas, pero blancos; provocando una mini crisis existencial, pero que me obligaba a comprar calcetines nuevos. Con un pequeño esfuerzo económico me deshice de lo viejo para incorporar lo nuevo, mi vida cambió. Ahora está renovada y con más colorido, abriendo mi mente a nuevas experiencias.
Yo hubiera seguido viviendo en el anonimato del blanco. No dejes encerrarte por la rutina, los cambios son buenos aunque sean difíciles y cueste adaptarse a ellos, te mantienen despierto y vivo.
Las rutinas no son malas del todo siempre que te ayuden a conseguir un objetivo. Una vez conseguido cambia inmediatamente o la propia rutina te irá haciendo cada vez más pequeño, y aquella grandeza que conseguiste con perseverancia, desaparecerá.
Los pequeños detalles y pequeños cambios hacen feliz a las personas.