Un poco de música cubana para despedirme de España, temporalmente. No es que me vaya a Cuba. Así es como he entrado en el Aeropuerto de Barcelona tras despedirme de una gran compañera, un «tipo» estaba vendiendo no se que, con ritmos cubanos de fondo y a todo trapo, con su micro, su vestimenta a juego (gorrito blanco, camisa a cuadros y pantalones ligeros) y una chica muy encantadora, moviendo las caderas alegraba a las pocas personas que se atrevían a acercarse y seguir sus pasos, si bien es cierto, la mencionada morena que le acompañaba, ayudaba a algún que otro curioso. Un «tipo muy auténtico».
El trayecto Barcelona-Amsterdam-Lisboa-Sao Paulo. La primera escala sin problemas, un viaje relativamente corto, aunque normal cuando duermes todo el trayecto, seguramente culpa de Jael y sus ganas de acabar con mi existencia por las mañanas, lo que se dice madrugar en verano de momento no se me da muy bien. Soy de dormir.
Una vez en Shipol Airport (Amsterdam), el tiempo pasa relativamente tranquilo, ni rápido ni lento. Ver a las personas de un lado para otro de la terminal puede ser realmente curioso, gente con prisas, despistados buscando su puerta de embarque cuando están en llegadas, pilotos, azafatas, señoras de la limpieza retocándose en el espejo del WC, grupo de asiáticos haciéndose la típica foto de despedida, dormilones, lectores de libros y de iPads,… es decir un sinfín de personajes, como yo.