Una vez llegado a Campinas, la sensación de que el vuelo ha sido largo ha desaparecido de mi cabeza. Imagino que solo pensar en lo que aún me queda hasta llegar a Santa Maria, mi destino, me hace olvidar todo. Hacer noche en el aeropuerto de Viracopos, a la mañana siguiente ir a la estación de autobuses de Campinas y buscar un bus para Porto Alegre o Santa Maria. Total que, lo que menos me ha preocupado son las maletas, las cuales llegarán sin problemas, ante mi sorpresa.
Ahora ya son las 7:30h y sigo esperando a que abran la compañía de TransBrasil para preguntar. De momento todo se ve bien sentado encima de la maleta. Última espera, por fin veo Brasil de día, aunque nublado y frío. No es la mejor bienvenida que me da Sao Paulo, ya que acentúa de alguna manera la pobreza y oscuridad de algunos barrios, la imagen que tenía de Brasil se está cumpliendo, falta desarrollo, calles sucias, tendido eléctrico a la vista,… Debo esperar en la estación de autobuses hasta las 19:20h (y son las 10:30h), me adentraría en la ciudad, pero no tengo ganas de cargar con las maletas y las vistas no me dan confianza. Ya queda poco para llegar a mi destino y no quiero estropear nada. De nuevo curiosidades, hay que pagar por utilizar los «sanitarios», normal que las calles estén sucias.
«Queda poco…» es lo que me digo antes de comprar el billete, pero… es un decir, 18h de bus (onibus) no está mal, pero si tiro la vista atrás, mi hora de salida fue a las 13:15h en casa de Jael el Viernes 19 al subir al coche «espacial», así que no queda nada para llegar.
No se que temperatura hace, pero frío seguro, pantalón largo y tres capas de cebolla encima no me calientan. ¿Porque las chicas de las tiendas (dependientas) de alimentos llevan una red en la cabeza? ¿Tanta caspa tienen las brasileñas? se van a quedar como yo. Debo investigar, he visto un letrero en la carretera anunciando una autopista o bien el circuito de Ayton Senna, es un gran ídolo aquí en Brasil.
Con todo el tiempo que tengo decido ir fuera de la estación, para intentar observar un poco la ciudad. No voy muy lejos, observar un letrero de «taxi especial» y ver todos los coches que hay aparcados a partir de dicha señal, son diferentes, sin ninguna identidad que corroboré que son taxistas, no me da buena espina, a parte todos llevan los cristales tintados estilo mafia (90% de los coches), al igual que los 2 autobuses que he cogido. ¿Será para proteger al ciudadano?, pero ¿de que?. También todos los autobuses tienen la cabina del conductor aislada de los pasajeros. Cuando todos están sentados se cierra la puerta y a caminar, cual ganado porcino o bovino.
Debo dar las gracias a el «Tricicle» y «Les Luthiers» por hacer que mi espera sea más corta. Un gran entretenimiento para momentos de soledad en un viaje.
Una vez «en-busado», intento no dormir, para cuando llegue la noche poder descansar. Por suerte, un par de niñas con lágrimas en sus ojos y gritando por su indignado viaje (muchas horas para un niño/a) me ayudan a no cerrar los ojos. Una vez dormidas ellas, me dispongo a realizar lo mismo.
Duermo casi 5h de un tirón, mucho cansancio acumulado en el fin de semana. Despertado por la mala gestión de las carreteras, pedazo irregularidades en el terreno, o la mala elección del chofer de ir por «carreteras secundarias». Esta situación tan solo provoca mi cambio de postura. Sigo durmiendo.
Ahora si, mis ojos se abren, hay que parar y comer algo, son las 6:00 y el cuerpo pide. Una empanada de carne y 2 piezas de fruta será suficiente.
Santa María, allá voy!!!!!! ON THE BUS? A SANTA MARIA !!!!!!
Amanece, son las 9:30 cuando retiro las cortinas y veo grandes campos verdes de cultivo, mezclados en armonía con arboles frondosos de carácter salvaje. Pequeños poblados aparecen de la nada en nuestro camino. Poblados como Erechim. Se me plantea de nuevo una curiosidad, ¿como es que un país que utiliza tanto el transporte público como el bus, no tiene una red ferroviaria?
Ya queda menos, en territorio de Rio Grande do Sul, aquí son todo campos de cultivo y ganadería, extensiones enormes de hierba verde protegida por vacas y obejas, así como majestuosos caballos. Mire donde mire, no hay rastro de civilización.
Por fin, tras una curva en descenso prolongado y como si de un valle se tratase, aparece una ciudad, pregunto a un lugareño, efectivamente es Santa María, por fin llego, se ve grande pero con la sensación de haber tirado las casa desde el cielo, sin orden aparente. Solo queda ver a Virginia.
Esto ya ha comenzado!!! Suerte!!!